Si tú me dices “más”, lo dejo todo.
Hace unas semanas el periódico ABC publicó un artículo en el que exponían los resultados de una curiosa investigación.
Si, previamente a su lectura, nos preguntaran qué categorías gramaticales son las decisivas para lograr un buen entendimiento, probablemente responderíamos que los sustantivos, adjetivos y verbos (las llamadas palabras de contenido). Sin embargo, la investigación realizada apunta hacia lo contrario, al parecer son las palabras funcionales (adverbios, preposiciones, determinantes) las que resultan claves en el entendimiento y, como consecuencia, en la duración de una relación.
La palabra dicha se nutre de significantes parciales: el tono, el tempo, el volumen, el timbre, el ritmo… también significan y al hacerlo pulen, delimitan, acotan el significado de la palabra. Podríamos decir que logran que a lo que tiene ya un significado se le pueda añadir un sentido. El hecho de que las palabras funcionales posean un significado impreciso, convierte a esas emanaciones sonoras de la palabra dicha en especialmente importantes para su entendimiento.
Reflexionando sobre ello parece bastante lógico que sea así, a cualquiera podemos entenderle un sustantivo, sin embargo hace falta cierto nivel de complicidad comunicativa, cierto universo referencial común para entender un demostrativo Clic para tuitear.
Decía Mauthner que verbos, adverbios, nombres o adjetivos no son meras categorías gramaticales sino modos de ver el mundo y, según parece, debía tener razón.
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