Cuando la distancia se escucha.
El volumen o intensidad de la voz es el correlato perceptivo de la magnitud física de la amplitud de onda. Lo que es lo mismo que decir que la distancia entre el estado de reposo del cuerpo responsable del sonido y el desplazamiento máximo al que llega es leído por nuestro cerebro como intensidad. Esta cualidad nos permite distinguir si los sonidos son fuertes o débiles.
La proxémica “se refiere al empleo y a la percepción que el ser humano hace de su espacio físico, de su intimidad personal (…)” (Wikipedia)
Intensidad y proxémica están estrechamente relacionadas. No sólo por la razón evidente: a más distancia física real más necesidad de volumen; sino por la potente influencia que ejerce el volumen sobre la percepción de la distancia personal.
Las variaciones en la intensidad de la voz de un hablante guardan una estrecha relación con la distancia personal que dicho hablante quiere mantener con su oyente, con independencia de la distancia física real. Piénsese en un alto mando del ejército dirigiéndose a un soldado, aunque sus cabezas estén casi pegadas, el volumen de la voz hace que lo que podría considerarse, bajo un punto de vista físico, un espacio íntimo, no lo sea en absoluto. Lo mismo ocurre cuando en un ascensor coinciden desconocidos y se saludan, el volumen también en este caso es superior al requerido por la distancia métrica porque también aquí está ajustado a otro tipo de distancia.
De igual modo, una voz de volumen bajo reduce la distancia aún cuando los cuerpos no se aproximen.
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