Roland BARTHES establece diferencias entre estos dos términos, y aboga por que el hablante persiga la pronunciación y no la articulación.
Para él la articulación es la negación del ligado y la defensa de la uniformidad entre sonidos que comparten una misma grafía, sin considerar que en el texto las consonantes no se repiten jamás.
Considera, por el contrario, a la pronunciación como un medio de hacer emanar al sentido mediante el deslizamiento o el contagio entre sonidos regido por la melodía.
Su discurso es un sugerente alegato en pro de la formación fonosintáctica.
“Es necesario que cada sílaba, lejos de ser extraída de un código olímpico de fonemas dado de una vez por todas, esté engarzada con el sentido general de la frase.(…) La articulación opera como una añagaza del sentido: creyendo estar al servicio del sentido es, de modo fundamental, su desconocimiento. (…) articular es sobrecargar el sentido de una claridad parásita, inútil, sin por ello ser lujosa. (…) la línea melódica se rompe en destellos de sentido, en suspiros semánticos, en efectos de histeria.
Por el contrario, la pronunciación mantiene la perfecta coalescencia de la línea del sentido (la frase) y la línea de la música (el fraseado).
En la pronunciación la música se acerca a la lengua y halla lo que ésta tiene de musical, de amoroso. La música del lenguaje sería a la vez lo expreso y lo implícito: lo que está pronunciado (sometido a inflexiones), pero no articulado“
Barthes, R. (1992). Lo obvio y lo obtuso. Barcelona: Paidós
3000herzios by Carmen Acosta Pina is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 3.0 Unported License.
No comments, be the first one to comment !